Tú, envestida en un personaje miras hacia abajo el desconocido infinito vacío.
Yo no inclino la cabeza, sólo miro estas paredes. No me visto, lo tengo desde mi primer juego de párpados.
Las cosas como son. ¿Cómo son? El son de esta canción
Vi ajena el fin de articulaciones producentes de notas. Casi acaban. El casi que me tiene bordeando la orilla del altiplano.
Bajo tres y me enderezo. Subo y el chirrido del roce de mis dientes con la acera pavimentada me paraliza.
Mi historia queda intacta. Su continuación pierde las bases. Cruje el piso que se quiebra, se desvanecen los cimientos. Los clavos del techo ceden. El intermedio sufre la partida. Lamento.
Vas a ver. Antes Enfoco.
Lloro a mis manos empapadas. A mi vida pasada.
Quiero el luto de esto.
Que por un segundo cierren los ojos y piensen en este cuento que se va.
Y en ese reducido instante detener mi existencia hasta hoy.
Se va
No vuelve, no más.
La ilusión se hizo añicos
Y con ella mi niñez.
martes, mayo 27, 2008
sábado, mayo 17, 2008
martes, mayo 06, 2008
pongo a hervir el agua y tomo café
Esa noche en la que era día y ya hora del almuerzo parecías seguro.
Ni siquiera te había mirado a los ojos, ni siquiera oído tu voz. Y apareciste ese medio día como un cotidiano en mí. Intercambiamos ropajes y marchámonos casi de la mano. A un centímetro de tu piel. Ahí, donde las energías se entremezclan. Eras ahí tu en mí como no lo imaginé la mañana que si viví.Y me delata el mediodía. La mañana se siente engañada, pero sabe que hay razón. La culpa, por supuesto. Era el día uno, por dios. El primero de casi trescientos. Cómo no iba a estar ahí. Inesperado delatar. Y le sucede otro y otro. Ahora me agradan. Será porque ya no es uno. Será que es un cambio de estuche. Hermoso. Filtra crueles cenas y escenas. Ya no es necesario ese almuerzo. Comprendí el mensaje. Actuando de acuerdo a él. Apostándole serpentinas a mis sueños. Uno y uno. Con un buen empate no me quejo. Y tal vez descubra si eran mis manos o quizás mis piernas. Busquémoslo en la noche y el día. En la mitad de este estaré a un pestañar de su mano.
Ni siquiera te había mirado a los ojos, ni siquiera oído tu voz. Y apareciste ese medio día como un cotidiano en mí. Intercambiamos ropajes y marchámonos casi de la mano. A un centímetro de tu piel. Ahí, donde las energías se entremezclan. Eras ahí tu en mí como no lo imaginé la mañana que si viví.Y me delata el mediodía. La mañana se siente engañada, pero sabe que hay razón. La culpa, por supuesto. Era el día uno, por dios. El primero de casi trescientos. Cómo no iba a estar ahí. Inesperado delatar. Y le sucede otro y otro. Ahora me agradan. Será porque ya no es uno. Será que es un cambio de estuche. Hermoso. Filtra crueles cenas y escenas. Ya no es necesario ese almuerzo. Comprendí el mensaje. Actuando de acuerdo a él. Apostándole serpentinas a mis sueños. Uno y uno. Con un buen empate no me quejo. Y tal vez descubra si eran mis manos o quizás mis piernas. Busquémoslo en la noche y el día. En la mitad de este estaré a un pestañar de su mano.
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